Mi Arguellite
Hay lugares en los que eres tú mismo, por los que caminas y te sientes tú, y eres feliz. Aunque las cosas estén un poco torcidas, te sientes bien, te sientes seguro.
Eso es exactamente lo que me pasa a mí con este sitio, me pongo nerviosa cada vez que pienso que tengo que ir, cuando se acerca la fecha, y me paso todo el viaje mirando por la ventana deseando llegar.
No tenía uso de razón cuando llegué, con 6 meses de vida, donde me quedé hasta los 3 años. Como os podéis imaginar son pocos los recuerdos que tengo, pero los pocos son tan valiosos… que están llenos de amor.
Estoy allí menos de lo que me gustaría, una vez al año se hace muy corto, y la espera muy larga.
Aunque por imprevistos, he vuelto este Enero, he de decir que hubiese preferido no ir, porque eso significaría que nada malo hubiese pasado. Yo me entiendo.
Y digo que yo me entiendo porque en este sitio, una vez, o varias, me enamoré, aunque nunca se lo dijese él ya lo sabía, llegaba compuesta, y otra vez, o varias, me volvía en trozos.
El primer amor, ese que nunca se olvida, que pasa el tiempo, y que siempre estará, que aparece y desaparece, que te hace daño pero que te recompone. Pero esto ya es otra cosa, de la que podría llenar páginas hablando.
Siempre he dicho que, si alguna vez tuviera que empezar de 0 lo haría allí, si necesitase evadirme, desconectar, lo haría allí. Olvidar no. Ir allí es recordar, siempre.
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Quiero animaros a ir, a que descubráis por vosotros mismos lo que os cuento yo, a que recibáis el cariño, para que entendáis por donde me pierdo yo, en las calles, en la gente, y a veces en su sonrisa.
Ya os dije que este próximo post no iba de moda, sino de algo más personal. Espero que os haya gustado, era una manera de vaciarme también un poco.
Un besazo muy grande mi gente, nos vemos en el próximo post.
